Europa ve "falta de conectividad" entre Barcelona y el resto de municipios que motive el uso de transporte sostenible
El Tribunal de Cuentas lamenta que los habitantes fuera del AMB "siguen dependiendo del vehículo privado".
El Tribunal de Cuentas Europeo alerta de una "falta de interconectividad" entre Barcelona y el resto de municipios catalanes para favorecer la movilidad sostenible. Así lo indica en un informe publicado esta semana, donde apunta que la reducción del tráfico de vehículos privados a favor de medios de transporte menos contaminantes sigue siendo "un reto" para la ciudad.
"Aunque la infraestructura de transporte en Barcelona está suficientemente desarrollada y se utiliza ampliamente, las personas que viajan al área metropolitana siguen dependiendo a menudo del vehículo privado", indica el documento. En este sentido, los auditores europeos avisan de que la "falta de coordinación" entre administraciones puede derivar en agravios en otros puntos de Catalunya.
Para ejemplificar este problema, el Tribunal de Cuentas Europeo toma la situación de la Plana de Vic, donde los umbrales relativos a la concentración de ozono superan ampliamente la media española. "Las investigaciones ponen de manifiesto que, para reducir considerablemente la concentración de ozono en la Plana de Vic, la ciudad de Barcelona debe adoptar medidas de reducción de los precursores del ozono", sostiene el informe.
Pese a los daños colaterales derivados de esta falta de coordinación, los auditores ponen de manifiesto que algunas de las últimas medidas adoptadas -como la zona de bajas emisiones (ZBE) o la creación de supermanzanas- han favorecido la reducción en la concentración de gases contaminantes en Barcelona.
En el caso de la capital catalana, el informe indica que la contaminación del tráfico en Barcelona "ha disminuido" tras la introducción de la ZBE, aunque también matiza que parte de los resultados se vieron inicialmente afectados por la reducción del tráfico durante la crisis de la Covid-19.
En cuanto a las supermanzanas, se espera que la concentración de dióxido de nitrógeno en la ciudad caiga alrededor de un 30% de cara a 2030. Si bien en líneas generales los auditores valoran la medida de forma positiva, concluyen que los resultados han sido "desiguales" y que, de forma similar al caso del transporte, ha generado daños colaterales.
En este sentido, indican que las limitaciones en el tráfico han incrementado en un 33% la actividad comercial en algunas supermanzanas, donde bares y restaurantes se han convertido en un nuevo foco de ruido. Al mismo tiempo, lamentan que la calma en las calles dentro de las nuevas zonas verdes ha acabado perjudicando a las calles adyacentes.
De hecho, los auditores ponen de manifiesto que al menos dos de cada tres ciudadanos del área de Barcelona (un 66%) están todavía expuestos a niveles de ruido y tráfico que superan los umbrales de la Directiva sobre el ruido ambiental.
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